por Prof. Mg. Gustavo de Elorza Feldborg
Ponencia presentada en el 6to. Congreso EDUTIC 2015 - Chacabuco - Bs. As. - Argentina
“Enseñar sin saber cómo funciona el cerebro
es como querer diseñar un guante sin nunca haber visto una mano”
Leslie Hart
La
sociedad de la información y del conocimiento vive el desarrollo de las
innovaciones, que en palabras de Palamidessi (2006), sostiene que la denominada
“Revolución Tecnológica impulsa procesos
globalizadores en la economía, mundialización de las comunicaciones y
digitalización de la cultura”.
A partir de esto, otras
categorías de espacio y tiempo ordenan la vida de las comunidades que se
enfrentan a desafíos constantes para responder a los cambios en algunos
sectores que conforman la vida en sociedad (trabajo, educación, política,
economía).
El
centro de esta transformación que estamos experimentando en esta revolución en
marcha, se encuentra en dos pilares claves, por un lado el desarrollo de las
Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, cuya principal
característica es su utilización como herramienta de mediación tecnológica para
la generación y construcción de
conocimientos, y por el otro nos encontramos con investigaciones y el
desarrollo de aportes que hoy las neurociencias y en especial la Neuroeducación
suman al concepto de mediación didáctica – pedagógica dentro del campo
educativo.
Estos
contextos de escenarios con soporte en lo virtual, requieren de innovación y
creatividad casi inmediata. Para ello creemos en la teoría sociocultural, en la
que la conformación de nuestra mente – cerebro cambia gracias a la utilización
– exposición de mediaciones, ya sea por la intervención de acciones que
utilizan diversas herramientas físicas como simbólicas, las cuales modifican
las operaciones mentales a través de la creación y configuración de nuevas redes
neuronales, los cuales podemos identificar como esquemas de conocimiento.
La revolución digital – que se caracteriza
por el desarrollo de las nuevas tecnologías – con expresión en un mundo de
pantallas en su rol de mediadores digitales visuales, han dado lugar a otros lenguajes y formas de establecer los procesos
comunicativos, donde los entornos resultantes demandan de los docentes nuevas
competencias digitales y según Rheingold (2002): “las oportunidades más poderosas para el
progreso del proceso de enseñar y aprender, no están en las tecnologías
electrónicas sino en las prácticas sociales”.
Por
ende, los procesos de enseñanza – aprendizaje que se den en la escuela
secundaria, según Prieto Castillo deben ser capaz de promover y acompañar el
aprendizaje en estos nuevos escenarios culturales, sociales y tecnológicos que
experimentan los jóvenes, a la vez de habilitar nuevas respuestas tan
necesarias hoy en día como es la necesidad de un cambio en el modelo educativo,
en cual se integren los aportes que en la actualidad nos brinda la
Neuroeducación, es decir un modelo centrado en el desarrollo de competencias,
donde prima el saber hacer y al que hemos denominamos como modelo NEURO-TECNO-PEDAGOGICO-DIGITAL.
Una educación
que intente promover la inclusión
tecnológica, debe organizar los contenidos básicos en función de que los
sujetos puedan adquirir los conocimientos, realizar las acciones que los
involucre y superar las brechas digital y cerebral que hoy distancia a
generaciones, donde su consecuencia inmediata: el analfabetismo digital –
informacional, que podemos observar por medio de una tercer brecha que
denominamos brecha edugeneracional.
Internet no
solo está transformando todas las dimensiones sociales, espaciales y
temporales, sino que además hoy la nube se encuentra alterando nuestro cerebro.
Hoy podemos percibir que la exposición a herramientas de mediación tecnológica,
sumado a la construcción de acciones de mediación didáctica que utilizan
diversas posibilidades que los instrumentos digitales brindan, fortalecen y
construyen nuevos circuitos neuronales. Por lo tanto hoy Internet puede
convertirse en un aliado de la educación, en la cual se logre atenuar la
degradación de la mente provocada por el
avance de la edad en las personas. En este sentido y siguiendo a (Gary Small,
2010), podemos decir que esto ocurre sólo cuando tenemos un uso moderado y
equilibrado de esta tecnología, ya que la sobreexposición a las mediaciones
tecnológicas tienen un efecto nocivo para nuestro sistema neuronal.
En cuanto al
rol docente y en especial a la generación de materiales didácticos con
expresión en lo digital, debemos conocer de qué manera nuestro cerebro trabaja
y cuáles son las mediaciones que necesitamos para facilitar por medio de un
andamiaje dotar a los dispositivos
neuro-tecno-pedagógicos-digitales para que cumplan su función estratégica de
favorecer la construcción de conocimientos
sin infoxicar a nuestros estudiantes, y mucho menos llevarlos a extremos
de saturación cognitiva por el exceso de respuesta de nuestros sentidos al
medio ambiente como mediador y contextualizador.
En el terreno
de las mediaciones didácticas, los docentes son agentes de transformación,
tanto en las influencias que ejercen desde las posturas teóricas, como así
también desde las prácticas que desarrollan. Por lo tanto su formación, su
capacitación y el desarrollo de sus
competencias para el desarrollo de procesos educativos innovativos reales y con
un gran impacto en la dimensión de construcción de conocimientos, deben buscar
anclar sus prácticas en las bases sólidas de aportes e investigaciones que
alumbran el camino de la cognición bajo el faro de Neuroeducación.
Una de las
cuestiones que intentamos presentar en esta ponencia, tiene que ver que en la
actualidad la escuela en muchos casos se encuentra desconectada de la realidad
del afuera de la sociedad que la rodea.
Los estudiantes pasan mucho tiempo en conexión a través de dispositivos
mediadores y con formas mediacionales que están y han cambiado la lógica que la
escuela tradicional, está hoy no puede
llegar a dar respuesta y mucho menos producir la focalización de los procesos
de atención, procesamiento, registro, conservación y evocación de información y
conocimientos, ya que en su gran mayoría los docentes no están capacitados en
aportes básicos que nos brinda la Neuroeducación.
Los jóvenes y las nuevas tecnologías
Esta construcción de la que estamos hablando, es precisamente por el uso y la aproximación de los jóvenes a ellas; ellos aprenden a utilizarlas en la cotidianeidad, por ensayo y error, desde el juego, a diferencia de muchos adultos, ellos entienden rápidamente el idioma y se manejan con soltura en las redes, como dicen Jesús Martín Barbero y Germán Rey (1999), están dotados de lo que ellos llaman: "plasticidad neuronal y elasticidad cultural".
Los jóvenes y las nuevas tecnologías
Esta construcción de la que estamos hablando, es precisamente por el uso y la aproximación de los jóvenes a ellas; ellos aprenden a utilizarlas en la cotidianeidad, por ensayo y error, desde el juego, a diferencia de muchos adultos, ellos entienden rápidamente el idioma y se manejan con soltura en las redes, como dicen Jesús Martín Barbero y Germán Rey (1999), están dotados de lo que ellos llaman: "plasticidad neuronal y elasticidad cultural".
La
utilización de las mismas, tiene que ver con un símbolo de pertenencia de
ciertos grupos, es decir, más allá de la facilidad de su uso, hay una especie
de estímulo a usarlas por ser fuente de diferenciación social; el uso de la
amplia gama de medios y aparatos hablan de la capacidad que tienen de hacerlo
al mismo tiempo entendida y denominada como "multitarea", este
concepto desde la neurociencia se lo conoce como “alternancia continua de la
atención”.
Siempre pensando en esta construcción, es
importante analizarla en el marco de la cultura y la sociedad donde los
estudiantes se desarrollan, es decir, las mismas se llevan a cabo en otros
contextos diferentes del escolar y nosotros nos relacionamos con ellas también
en otros ámbitos; ellos nos permitirá entender que al tener en cuenta la
dimensión social, cultural e histórica de los cambios que se viven, las tecnologías son un cambio social profundo
y estructural en las formas de conceptualizar y
concebir al mundo en que vivimos, y en las formas de acceder, aprender y
conocerlo. Teniendo en cuenta ello, tendremos elementos nuevos para repensar
nuestros supuestos pedagógicos y las decisiones sobre qué, para qué, por qué y
cómo, que guían la inclusión de las TIC en la enseñanza.
Podemos concluir entonces, que esta autonomía
de los alumnos respecto de la institución escolar, consecuencia del uso de las
TIC, va creciendo y a pesar que puede llegar hacer un atributo de la minoría,
ello no le quita la importancia ni el mérito, pero sí generará que sólo los
docentes que posean una cultura informacional podrán interactuar con ellos.
Volviendo a lo que decíamos al comienzo que
el desafío de la educación, es poder comprender que el futuro de la misma no
depende tanto de estructuras o contenidos curriculares, sino de cambio en las
“actitudes de las personas”, quedará en cada docente e institución la decisión
de formar parte de esta nueva “cultura informacional” en un siglo que podemos
denominar como el siglo de la neurociencia, en el que se incluyan el desarrollo
y puesta en práctica de estas “competencias digitales”, con un fuerte basamento
de la relación entre cerebro y aprendizaje.
Referencias
bibliográficas
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