martes, 21 de febrero de 2012

Nuevas Tecnologías, Evolución o Revolución del currículum educativo

por Gustavo de Elorza Feldborg

La necesidad de inserción de los países en el mundo está demandando mayor productividad e igualdad de oportunidades en el acceso a la educación y en el uso de las nuevas tecnologías; ello plantea una resignificación del sistema educativo superior y universitario, en otras palabras, busca responder a la pregunta que competencias se requieren para poder insertarse en el mundo laboral actual, está el sistema universitario preocupado en preparar estudiantes capacitados cognitivamente sin contar con las herramientas que les permitan saber llevar a la práctica tanto conocimiento? Responde el sistema universitario a las demandas laborales actuales que buscan mas competencias y capacidades a la hora de seleccionar el personal?.
El material consultado nos propone pensar en lo que la Universidad de Talca viene incursionando, a fin de dar respuesta a una necesidad real en su ciudad, desarrollar una metodología de trabajo que desencadenará en un currículum o plan de estudio orientado a la formación de las competencias requeridas para cada perfil profesional, que no excluye a la cultura digital.
El sistema universitario no debiera ser el único interesado en preparar a sus profesionales en el mundo laboral, sería prudente y diligente desde el estado promover esta incursión metodológica que propone Talca desde el nivel secundario, allí donde los adolescentes, muchas veces deben balancearse entre sus horas de estudio con sus tareas laborales, ayudando a sus padres en los negocios de familia o dedicando algunas horas a cumplir algún trabajo que constituye el sostén familiar.
Muchos de nuestros adolescentes, a la hora de seleccionar su carrera de futuro, repiten el negocio familiar y se proyectan un mundo seguro y confiable, sin embargo, en la gran mayoría, otros destinan su tiempo en busca de una carrera que mejor rédito económico les proporcione sin tener en cuenta si cuentan o no con habilidades y capacidades para ellas. Pero también están aquellos que quieren dedicarse a la carrera que fueron internalizando en sus últimos años de estudio. Entonces, sería muy productivo y conveniente en esta etapa de la vida, que fuese la escuela la formadora de sujetos que puedan afrontar el futuro que les espera.
Sabemos que llegado el último año de secundaria, la incertidumbre está y hay que ayudar a aquellos a encontrar el camino, y para ello que mejor brindarle lineamientos que le permitan primero conocer sus capacidades, habilidades, y destrezas, para luego presentarles las diferentes alternativas en oportunidades que el mundo laboral demanda, como prepararse para ello.
Sería muy importante que desde la escuela se presentaran cursos de capacitación laboral, entrenamiento práctico, charlas con empresarios y líderes reconocidos que vinieran a estimular y enriquecer con sus experiencias y conocimientos como el mundo va cambiando y que espera de ellos.-
La vieja escuela formaba al alumno en conocimientos transferidos por el docente, donde el aprendizaje vertical era sinónimo de primacía educativa, donde el alumno no era partícipe de las clases, puesto que su intromisión podría entenderse como rebeldía a la autoridad docente, pasivo, receptor de información de experiencias contadas por el docente.
Hoy se está en la búsqueda permanente del aprendizaje mutuo, colaborativo, donde el estudiante gracias al acceso a la información y medios tecnológicos, cuenta con conocimientos previos a la explicación dada por el docente, con quien comparte y discute, para que juntos puedan llegar al abordaje y aprendizaje adquirido.
Cuando el adolescente ve, observa, participa, interactúa con el docente, no ya desde el conocimiento meramente cognitivo, sino desde la práctica, desde la experiencia empírica, es allí, donde la escuela está haciendo verdadera docencia, porque se enseña no para transmitirla en claustros cerrados, sino que se enseña para la vida.
El ejercicio ciudadano no solo tiene que ver con elegir a los gobernantes, no hacemos ciudadanía solo cuando votamos, sino cuando brindamos a las personas una mayor y acertada calidad de vida, a través de la educación, pero una educación que le otorga las herramientas necesarias para proyectar un futuro mejor.
La lucha por la inclusión de sectores mas marginados nos hace mejor país, porque invertimos en lo verdaderamente productivo y valioso, en el ser humano.
Cuando generamos espacios, recursos, para que el acceso a la educación sea irrestricto, lo hacemos pensando en garantizar un país seguro y rentable, invirtiendo en recursos humanos, y la única manera de garantizarlo es a través de una educación afianzada en la realidad social y laboral.
Por ello, no es suficiente saber, sino hay que aprender a saber hacer y a saber hacerlo en conjunto, allí, en esta última circunstancia es donde se ve la verdadera competencia, la que tiene en cuenta al conjunto, al todo.
Hoy la discusión sobre cual currículum debe imperar, si el de conocimiento, que es el tradicional o el de las competencias, no debiera hacerse en el último peldaño educativo, es decir, alcanzando el nivel superior u universitario, el desafío debe ser planteado antes, en el primer, en la etapa adolescente, en la etapa en la cual el ser humano comienza a tomar conciencia de su mundo circundante que pronto deberá responder con productividad y competencias, y que le pedirá participación, donde le requerirá responsabilidad, desafíos.
Por ello, sería sumamente importante que la discusión fuera en esta etapa de formación, donde la escuela junto con los sectores productivos constituyeran o al menos intentaran construir profesionales de vanguardia en cada una de sus elecciones.
Es muy importante tener en cuenta que el mundo es variable y que la escuela debe acompañar a dicho cambio para no generar brechas culturales, sociales, comunicativas y tecnológicas, para no fomentar egresados en masas incompetentes, para el mercado laboral. Para ello, el diseño curricular debería tener la posibilidad de ir adecuándose a la realidad que el mundo globalizado demande.
Para ello, se deberá contar con una mirada abierta, pero prudente, a la hora de la selección de los módulos de aprendizaje, adaptables a las distintas variables que ofrece el mercado laboral que permita lograr una armonía con los conocimientos transmitidos a los estudiantes, quitando la mirada solo a los contenidos, para dimensionarla en el (saber hacer), y en el (saber ser y estar).
Volviendo a nuestro comienzo, la discusión entre el currículum de conocimiento y el de competencias, no debiera hacerse en el ámbito superior u universitario, sino que comenzara a ser cuestionado en el nivel secundario para que la universidad pueda dar la bienvenida a personas que hayan decidido con claridad y libertad la profesión que destinarán su futuro.
Este nuevo modelo de diseño currículum, al cual avalamos debe tener presente la dimensión prospectiva, es decir, instrumentado para incidir en el futuro, puesto que no puede alejarse de la realidad en la cual incidirá para armonizar o para desarmonizar.
El desarrollo curricular se inclina para privilegiar al docente como mediador del aprendizaje y el papel de la interacción entre los alumnos.
Es muy importante esta mirada hacia el docente, para poder darle a cada actor en el escenario educativo su lugar, el mediador, puesto que su actuación es actuar entre, frente a los terceros, como interlocutor de sus requerimientos, como interprete de sus ideas, como comunicador de sus pretensiones, etc.
Es casi obvio que no puede haber un único modelo curricular que abarque la totalidad de los problemas, por eso, es necesario plantear la necesidad de su flexibilidad a la hora de modificar, suprimir o agregar competencias, que la demanda laboral pueda evidenciar.
El currículum debe garantizar el conocimiento necesario para formar al adolescente, pero además el conocimiento pragmático surgido de la enseñanza e implementación de capacidades, habilidades que le permitan a la hora de su inserción laboral contar con las herramientas necesarias que la oferta exija en cada campo profesional.
No es bueno poner la mirada en el ser humano adulto, sin antes, preparar al adolescente para que cuente con las mínimas exigencias del mercado laboral al alcanzar dicha etapa de vida.
Savater dice “…el conocimiento es reflexión sobre la información, es capacidad de discernimiento y de discriminación respecto a la información que se tiene, es capacidad de jerarquizar, de ordenar, de maximizar, etc., la información que se recibe.” y por ende “… el conocimiento nos permite aprovechar la información.”
Compartiendo dicho pensamiento y observando la realidad actual, es necesario pensar en una educación no escindida de lo social, económico, laboral, y tecnológico; una educación que sólo se basa en transmitir conocimiento, sin interesarse cuanto de ello podrá ser llevado a la práctica, solo generará una sociedad sin desarrollo.
Dar información no es lo mismo que brindar conocimiento; sin embargo, esta concepción – errónea por cierto – ha sido un común denominador en ciertos claustros educativos, generando que los adolescentes abandonen las aulas, sintiéndose huérfanos de toda contención receptiva de sus inquietudes y pensamientos.
El punto de partida, posible pero desafiante, será tomar en cuenta la diversidad de capacidades con que cuentan nuestros adolescentes para poder acompañarlos hacia la concreción de sus sueños, a través de una educación que potencie sus habilidades, sus fortalezas, sus destrezas, ayudándolos a reconocerlas y a perfeccionarlas, brindándoles un espacio donde se les permita reflexionar junto al docente, las diferentes alternativas de futuro, acompañándolos en el tránsito hacia la elección universitaria o laboral, con una participación activa en la construcción de un conocimiento que parta de la diversidad de sus capacidades y no de sus falencias.

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